jueves, 18 de junio de 2009

Aquellos maravillosos años...

O también: "Cosas que echo de menos de mi infancia". Y es que no solo es cuestión de nostalgia sino que efectivamente, ni siquiera los niños de hoy en día tienen ya lo que yo en su día.

1 - El Señor de las Chuches

Dícese del hombre de mediana o avanzada edad (a veces podía ser una mujer) que era dueña de una tienda que hacía las veces de kiosko y tienda de golosinas. Uno podía comprar las revistas de videojuegos junto a los sugus al tiempo que los chicles de Gi-JOE, cromos de Monstruos y Leyendas o los sobrecitos con las figuras de Monster in My Pocket... Qué tiempos aquellos, devorando todo tipo de gelatinas de colores a poco más de 5 duros, mientras bebías Glee y veías echar a tu hermano y sus amigos un futbolín... Pero hoy en día parece que eso se ha perdido bastante. Las golosinas en las tiendas son una especie de buffet self service a peso bastante caras y la persona a cargo suele ser una niñata (alguna vez niñato) con cero de simpatía (hay excepciones por supuesto). Y es que el Señor de las Chuches era como más familiar y cercano, podías charlar con él de cosas y él te contaba a su vez otras tantas, a veces muy interesantes.

2 - Pasar toda la mañana viendo dibujos sin parar


Ah, qué tiempos aquellos cuando la excusa para levantarte un sábado a las 7 de la mañana era ver a los Thundercats patearle el culo a Mum-Ra, a He-Man decir eso de "yoooo tengo el podeeeeer", o a chicho terremoto levantar faldas lascivamente. Hoy en día la programación infantil no sólo deja que desear sino que es más bien escasa y poco variada. Sí, hay algo de programación en la televisión de pago, ¿pero y las "normales"? Lo peor del caso es que se respira aún ese aire de que los dibujos son para los más pequeños, y claro... Nos quedamos los demás con nada. Y luego quieren audiencia y nos dicen que no nos bajemos series por internet. Si es que...

3 - Los recreativos


Ir una tarde a echar los cinco duros a la máquina arcade de turno era una actividad frecuente entre los amigos, mis hermanos y yo. Y es que mucho antes de que las consolas se masificaran con Wii Fits o Brain Trainings varios, los salones recreativos eran auténticos palacios del ocio digital, con momentos inolvidables. Llegar con un sólo crédito a la última isla del Rainbow Islands, vencer a todos los luchadores de Street Fighter II a golpe de shoryukens y hadokens, o derrotar a todos los maleantes del Final Fight a duo con un amigo, mientras eras observado por curiosos y aficionados que incluso animaban a que llegarás más lejos con esa simple partidita.

4 - Salir al campo abierto


Echo de menos (y mucho) las escapadas rollo senderismo del fin de semana o el domingo a algún pueblo perdido, a patear campos verdes o amarillentos, llenos de aves e insectos de todo tipo, con algún que otro riachuelo perdido, recogiendo quizás frutos en algún huerto ajeno a riesgo de que un buen señor con garrote en mano te llamará ladronzuelo y te quisiera abrir la cabeza por mangarle. Un montón de aventuras y situaciones que te hacían no solo ver el mundo que nos rodea sino además llegar a apreciarlo de verdad.

5 - Ver tres veces la misma película por 300 pesetas (1,80 euros)



Y si añadíamos la bolsa grande palomitas y el refresco, la cosa se nos iba a la moneda grandota de 500 pesetas que llevabamos como parte de la paga. Por cierto qué gran concepto ese de la "paga". Porque incluso entonces el dinero había que ganárselo, y me da que hoy en día a los chavales se les afloja la pasta a raudales y a la mínima. Pero volvamos al tema, el caso es que por 500 pelas te podías ver encima la peli tres veces, porque no te echaban de la sala al término de la misma, así que por ejemplo servidor se vio pelis como Batman (la primera, de Tim Burton) o Indiana Jones y la Última Cruzada hasta tres veces. ¿Y cuanto nos cuesta eso hoy? Pues unos 10 euros, que al cambio son 1600 pesetas... Veremos que pasa por tanto en La Fiesta del Cine. Y ahora que lo pienso, esto da para otro post :P

1 comentario:

JASO dijo...

Genial, tío. Yo que soy de tu quinta sé perfectamente de lo que hablas.

Había que agudizar el ingenio para buscar entretenimiento. Pero sobre todo pagar por jugar a juegos con gráficos guapos. Podíamos tener nuestro Spectrum, Amstrad, Commodore o MSX o cualquier consola pero ninguno llegaba a los "graficazos" de aquellas maquinitas de 5 duros.

Así, pasado el tiempo, los de nuestra edad podemos valorar lo que significa tener una Xbox360 en casa mientras que los papis ahora regalan a sus hijos con 5 años una Nintendo DS u otra portátil (bendita nuestra gameboy con sus dos colores). Nosotros teníamos que mangar del cajón de las monedillas de nuestro padre para echar un futbolín o un Final Fight (ahí has dao en el clavo) con tu colega.

No sé, ¿será verdad lo de la canción o la sensación de que nos hacemos viejos?: "...cualquier tiempo pasado nos parece mejor...".