
Como en la anterior parte hay hechos oscuros y trágicos, si bien esta secuela contiene más sexo y más tragedia, también se hace más ligera. Follet describe la vida medieval al detalle y hace hincapié en la perversidad de aquellos que ansían el poder o el mero placer, el abuso de la autoridad eclesiástica o noble, y la terrible desolación producida por la Peste Negra. Traiciones, amoríos, infidelidades, romances, venganzas, penas y alegrías, todo tiene cabida en un magnífico libro del que finalmente puede sacarse una lectura clave: el amor todo lo puede, el tiempo todo lo cura, al que hace el mal siempre termina por pasarle algo malo y sobre todo, que nunca, nunca, es tarde para pedir perdón, para perdonar, para amar o para ser amado. Y es que sin duda no merece la pena desaprovechar la vida con amarguras, pues todos somos meros puntos en este nuestro mundo sin fin.
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