viernes, 20 de marzo de 2009

La Ola

Recientemente he podido ver esta película alemana basada en hechos reales, por increíble que parezca, porque como siempre la realidad supera la ficción. Antes de entrar a analizar la película y su mensaje os contaré de que trata: Durante una semana especial de presentación de proyectos en un instituto alemán, al profesor Rainer Wenger se le ocurre dar clases especiales sobre la anarquía (un movimiento más acorde a su persona), pero la dirección le encarga esa tarea a otro, y a él la de la Autocracia, esto es, un gobierno basado en el poder absoluto de uno mismo, como es el caso de las dictaduras. Reacio a la idea, decide entonces poner en marcha un experimento psicológico con sus alumnos, quienes dan por sentado que nunca podría volver a ocurrir una forma de gobierno tan terrible como la de Hitler. Pronto los alumnos comenzarán a volverse más unidos en forma de un peligroso y fascista movimiento, hasta que pronto el experimento estará fuera de control con trágicos sucesos...

La premisa es buena, no obstante son hechos reales y ha sido bien llevada a la pantalla sin caer en violencia gratuita (salvo la última parte del film), y sin rallar demasiado con discursos filosóficos o morales. Tenemos por tanto una buena e interesante película, de esas que te hacen pensar y mucho sobre lo pobres que son los valores de hoy en día no solo en la juventud o el colegio, sino en toda la sociedad. Porque precisamente la idea del film es que mucha gente (jovenes en este caso pero podría ser cualquiera), puede ser fácilmente manipulada mediante una figura de poder, un grupo al que pertenecer, una falsa sensación de poder o de superioridad, de ser especial, ya que en sus propias vidas no hay valores fuertes que sustenten sus mentes, ni siquiera en alguna figura familiar, pues tristemente los padres pasan de los hijos como que mucho (y hoy cada día más por desgracia). Y es por eso por lo que estos movimientos surgen, sean de la ideología que sean (ultraderecha, ultraizquierda, o ultra lo que sea), de entre las entrañas de una sociedad que solo piensa en sí misma y sus bienes materiales, que siente que el de al lado le molesta, que no le importa, y que es casi su enemigo, y que convierte a los individuos en seres pequeños, asustados y aislados, llenos de odio y tristeza, hasta que por fin, ven en ese líder carismático, o esa banda, algo por lo que seguir vivos, por lo que luchar y por lo que creer.


Nosotros si que deberíamos detener la ola. Y podemos. Basta con fijarse levemente, prestar una poca atención y preocupación hacia quienes nos rodean, vecinos, conocidos, seres queridos... y demostrar que no somos frías máquinas, sino seres humanos con sentimientos.

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